Cinema Nostrum

Blog de Rafael Nieto Jiménez, historiador del cine y empresario audiovisual

El cine español entre 1911 y 1914

Proyectando

La semana pasada (24 y 25 de octubre) hemos vuelto a reunirnos en Barcelona un pequeño grupo de insaciables historiadores del cine junto a otro grupo todavía más pequeño de restauradores de películas, sin los cuales nuestro conocimiento del cine patrio más añejo sería todavía más insignificante. Hace tres años tuvimos la ocasión de ver todo el cine que se conserva producido y rodado en España desde los orígenes del cine hasta 1910, acontecimiento que ya quedó reseñado en este mismo blog. Ahora, de nuevo convocados en la Filmoteca de Cataluña, hemos podido ver todo el cine producido en España entre 1911 y 1914. Esta vez solo abarcamos cuatro años debido al mayor número de títulos conservados y a su mayor duración, pero siguen siendo insuficientes para completar mínimamente el panorama del cine de aquellos años. Aunque conscientes de la imposibilidad de sacar conclusiones definitivas, ahí van algunas provisionales:

De nuevo el cine de ficción ha tenido escasa representación en estas sesiones debido a que todavía era muy raquítica la estructura industrial nuestro cine. Las películas de ficción, siempre más costosas de producir que las documentales, tenían escasas posibilidades de ser distribuidas fuera de nuestras fronteras y ni siquiera lo tenían fácil en España frente a la pujanza de cinematografías como la francesa, la italiana, la danesa y, como no, la norteamericana. Apenas nos han llegado completas dos de ellas, Lucha de corazones (José María Codina, 1911) y El alcalde de Zalamea (Adrià Gual, Juan Solà Mestres y Alfredo Fontanals, 1913) sin que ninguna puedan despertar mayor interés que el puramente historiográfico, la primera por su rancia temática y su escasa originalidad, y la segunda por su precariedad y su pesadez teatral a pesar de su buen uso de los escenarios exteriores. De las demás que han llegado incompletas destaca Carmen o la hija del bandido (Ramón de Baños y Alberto Marro, 1911) por su alto sentido compositivo y su belleza fotográfica, sin duda por encima de lo habitual en esos años, y además por el inesperado protagonismo de una mujer en una película romántica de aventuras en la que ésta capitanea a un grupo de bandoleros y seduce, en vez de ser seducida, al galán de turno. Como se ve, esta Carmen nada tiene que ver con la novela de Mérimée, cuya obra sí inspira otra de las películas conservadas solo a medias, Carmen (Giovanni Doria y Augusto Turchi, 1911), cuyos 51 minutos preservados tampoco parecen revelar una obra especialmente remarcable. Por dejar constancia de ellos, también vimos fragmentos de Don Pedro, el Cruel (Ramón de Baños y Alberto Marro, 1911), Tragedia torera (Narcís Cuyá Parera, 1911), La barrera nº 13 (José María Codina, 1911), El collar de diamantes (Giovanni Doria, 1913), Herencia de la culpa (José María Codina, 1914) y Misterio de dolor (Adrià Gual, 1914), confirmando cierta predilección por el melodrama pasional.

Carmen

Mayores atractivos encontramos en el resto de los materiales documentales por su capacidad para mostrarnos la vida tal cual era a pesar de la presencia de la cámara, frente a la que la gente ya sabe cómo comportarse, y a la predilección por temas pintorescos o noticiosos por parte de las productoras. Persisten los panoramas de los pueblos y ciudades de España, unas veces centrados en sus monumentos (monasterio de Poblet, Barcelona, La Granja, Sevilla, Mallorca), pero sobre todo en sus gentes, auténticos protagonistas corales de las vistas de Santa Pau, Irún, Huesca, Málaga, Logroño, y de las fiestas patronales rodadas en Vilafranca del Penedés, Granollers, Lloret de Mar, Calatayud y Tárrega, esta última con una exhibición aérea como atractivo complementario. Y es que la aviación hace su aparición en varios reportajes para gozo de los primeros aficionados a tan peligrosa actividad, pudiendo asistir a dos accidentes en la playa de la Malvarrosa de Valencia, a la llegada a San Sebastián del aviador Jules Védrines en su raid París-Madrid o la llegada del teniente Baños a Zaragoza. La modernidad que representan estos primitivos aviones estuvo bien acompañada de actividades automovilísticas como es el precario invento del automóvil a hélice de Rómulo Bosch y los hermanos Fabregat, o las carreras de la Copa Cataluña, así como por las dinámicas panorámicas tomadas desde los nuevos caminos de hierro abiertos con la inauguración del ferrocarril entre Palma de Mallorca y Sóller, o entre Olot y Gerona. Y el fútbol, parte también de esa modernidad venida del extranjero, también tuvo su hueco con la inauguración del estadio de San Mamés con un partido entre el Athletic y el Racing de Irún, pero sin quedar registrados los goles por la imposibilidad de preverlos, como se lamentan en los propios intertítulos.

Toda esa modernidad parece haber acabado con los bailes regionales, ausentes de estas sesiones, y con las procesiones, que solo protagonizan una película registrada en Sevilla. Sin embargo, e igual que hace tres años, el gran espectáculo nacional, el que atraía a las masas más que ninguno y, por tanto, era registrado con frecuencia por unos cámaras que sabían con precisión cuando había que dar a la manivela debido a su inalterable ritual, fue de nuevo la tauromaquia. Tantas son las películas que se conservan que tuvimos que dedicarle una sesión completa de 90 minutos. Amenizados por los comentarios de los expertos en el tema, sobrevivimos a la contemplación de un espectáculo bastante más truculento de lo que es hoy en día, protagonizado por unas reses cuyos enormes pitones todavía no se afeitaban y provocaban la mortandad de los desprotegidos caballos de los picadores. También ligado a la tradición, la monarquía volvió a estar representada por Alfonso XIII, el personaje que mas apariciones tiene en los inicios de nuestro cine. Aquí podemos comprobar su escasa fotogenia tanto en una visita a un congreso vitícola como a una cacería en los Picos de Europa acompañado de una nutrida representación de la nobleza. Hace tres años hablábamos de la película registrada durante el atentado sufrido por la comitiva de su boda en 1906 y que resultó ser una combinación de imágenes reales con una recreación de una película posterior de ficción. Esta vez otro atentado, el cometido por un anarquista contra el presidente José Canalejas, es recreado con bastante veracidad, tanta que no nos extrañaría que muchos espectadores tomaran estas imágenes por reales, viniendo acompañadas, además, de auténticas imágenes del entierro. Como curiosidad cabe reseñar que el asesino fue interpretado por José Isbert, perfectamente reconocible pese a su juventud.

Canalejas

Dejando a un lado las grabaciones en bruto de la realidad, el cine de no ficción daba un paso adelante apareciendo ya en 1913 documentales estructurados para cumplir un objetivo comercial, industrial o científico. Como sucedía en países más industrializados, aquí también aparecieron varios ejemplos, destacando sobremanera el producido por Cabot Films para la empresa de construcción de pianos y armonius Cussó, de Barcelona, donde queda perfectamente documentado todo el proceso de fabricación de los instrumentos. En cambio, la fabricación de galletas Patria en Valencia, registrada por Antonio de Padua Tramullas para Sallumart Films, es bastante más incompetente por carecer del mínimo sentido de la cronología en la fabricación del producto y su infantil insistencia en mostrar su marca comercial. Y situado entre el cine industrial y el científico también resultó muy educativo el reportaje del Consejo Provincial de Fomento de Jaén sobre la fumigación de los olivos por medio del gas cianhídrico, que incluye imágenes de microscopio y todo el proceso para eliminar de insectos los árboles, demostrándose la necesaria colaboración de la ciencia y la industria, siempre tan precarias en España.

Cuando hablamos de todo el cine español no somos precisos porque no solo las productoras lo realizaban. El cine amateur ya es posible en estos años y cualquier familia adinerada podía contar con una cámara para registras sus bodas, bautizos y comuniones. Como este corpus fílmico es ingente, se nos ofreció una pequeña selección. Y entre las esperadas imágenes familiares, tan similares a las que hoy puede grabar cualquier familia, sorprendió enormemente la primera comunión de Mercedes Curá Roxlo, tanto por el enorme despliegue celebrativo, gigantes y cabezudos incluidos, como principalmente por su buen sentido compositivo y su fuerza imaginativa en la parte final, con unas animaciones dignas de un producto comercial. Tras esta obra anónima se escondía un auténtico cineasta.

Gusano

A decir verdad, entre estos titubeantes inicios del cine español solo hay un único cineasta reconocido tanto aquí como en el extranjero: Segundo de Chomón. Su etapa en Ibérico Films, emparentada de un modo todavía sin esclarecer con la potente Pathé Frères de Francia, fue una sesión monográfica constituida por panoramas del Monasterio de Piedra, Toledo, Gerona, Barcelona, Mallorca, Lisboa y Oporto que nada dicen sobre el autor, pues son perfectamente intercambiables con las de otros operadores, y por sus famosas películas de trucajes. Junto a algunos estáticos y teatrales números de magia cinematográfica, destacan las divertidísimas La casa de los duendes (1912) y El gusano solitario (1912), ésta protagonizada por una lombriz alojada en el estomago de un individuo, y la más conocida y onírica Superstición andaluza (1912). Al parecer, desavenencias con la empresa matriz provocó que rodara estas películas en España y no en Francia, donde desarrolló la mayor parte de su obra.

Como se puede ver, Madrid ha estado casi completamente ausente. Quizás sea el azar, que no ha permitido conservar imágenes de la capital en estos años, pero también podría ser una consecuencia de la inferioridad industrial frente a Cataluña o Valencia. Sería a partir de este punto, 1914, cuando Madrid cogería el testigo y se lanzaría a hacer cine. Benito Perojo, uno de los principales pioneros madrileños, fue la figura elegida por los programadores para, con el único plano conservado de Hombre o mujer (1914), poner fin a las sesiones y servir de enganche para la próxima edición de Proyectando el pasado, donde su personaje Peladilla tendrá sin duda cierto protagonismo.

Navegación en la entrada única

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: