Cinema Nostrum

Blog de Rafael Nieto Jiménez, historiador del cine y empresario audiovisual

El cine español entre 1895 y 1910

La semana pasada (28 y 29 de octubre) se ha producido en Barcelona un acontecimiento único que difícilmente volverá a repetirse. En la Filmoteca de Cataluña fuimos convocados casi un centenar de historiadores del cine para asistir a un maratón cinematográfico (170 películas) compuesto por casi todo lo que se conserva de lo rodado en España entre los inicios del cine y 1910, tanto por camarógrafos españoles como extranjeros. Decimos casi porque es poco menos que imposible rastrear completamente todos los archivos del mundo, archivos en los que siguen descubriéndose y recuperándose películas sin atribución autoral ni datación precisas, por lo que este corpus siempre estará en construcción. En cualquier caso, y dejando aparte los innumerables problemas de catalogación que nos plantean, ver en dos días todo lo disponible nos ha permitido obtener una visión de conjunto de los primeros años del cine en España y sacar algunas primeras conclusiones que paso a detallar:

Las primeras imágenes rodadas por los operados enviados por los hermanos Lumière marcan ya las principales tendencias temáticas del cine de los orígenes en España: panoramas (siempre interesantes como ventanas a los paisajes urbanos del pasado), ejercicios militares de todo tipo (el del cuerpo de ciclistas destaca por su singularidad), multitud de corridas de toros, y bastantes bailes y fiestas regionales, además de las inevitables procesiones. Es decir, los temas que un espectador de la época esperaba encontrar según la imagen tópica que se tenía de nuestro país. Imagen, es cierto, reforzada por nuestros primeros cineastas, caso de Eduardo Jimeno en Zaragoza con, entre otras, su famosa Salida de misa del Pilar de Zaragoza (fechada en 1899), y Arturo Truán con sus diversas tomas (aunque se duda de su autoría) de la ciudad de Gijón, incluida una visita del rey Alfonso XIII en 1900.

Precisamente, Alfonso XIII ha sido el auténtico protagonista de este maratón, presente en innumerables visitas a ciudades españolas, en desfiles y maniobras militares, en actos oficiales (destaca la batalla de flores de Valencia en 1905 por la saña con la que se emplea el monarca), e incluso actividades privadas como la cacería o el polo. La colección del Archivo Real y el NO-DO nos han proporcionado la mayor parte de estos minutos de exaltación monárquica, entre los cuales destaca su boda en 1906 con Victoria Eugenia de Battenberg y el atentado sufrido por la comitiva, película proyectada sin los famosos planos de la explosión que ahora sabemos no eran auténticos, sino que procedían de otra película rodada en el extranjero. Relacionado con la monarquía, podemos incluir aquí las imágenes de la Guerra del Riff de 1909 tomadas por Coyne y Tramullas, auténticos pioneros del documental bélico aunque en realidad poca acción se vea en ellas.

La abundante cantidad de bailes folklóricos, con el flamenco a la cabeza, podrá interesar a los amantes del género y a los antropólogos, de ahí su verdadero valor, mientras que las muchas corridas de toros que se conservan nos descubren un mundo más cruel de lo que sabíamos, donde los caballos de los picadores se dejaban la vida con frecuencia debido a la total falta de protecciones. Que las faenas presenciadas sean bastante mediocres puede explicarse seguramente por la desaparición a manos de los coleccionistas de los mejores instantes, pero difícilmente se podrá saber a ciencia cierta algún día.

Un género particular de película descubierta en estas sesiones es el que podríamos calificar de panorama humano, porque igual que los panoramas de la calles nos transmiten cierto pálpito de la vida urbana (los travellings desde los tranvías son particularmente atractivos), en estas otras grabaciones de gentes pasando por delante de la cámara asistimos a toda una galería de personajes anónimos que definen en su conjunto a una sociedad, pues ninguna clase social se privaba del placer de verse así misma en pantalla, razón por la que los operadores las grababan, sacando un gran beneficio económico. El ayudante del cámara organizando a las masas a empujones son una divertida constatación de la primitiva puesta en escena en la que se sustentaban.

De la escasísima producción de ficción que se conserva, siempre más agradecida de ver para los espectadores de hoy, hay que constatar los siguientes títulos, casi todos incompletos y bastante conocidos por los investigadores, por lo que no me detendré especialmente en ellos:

-Los héroes del sitio de Zaragoza (Segundo de Chomón, 1903).

-L’hereu de Can Pruna (Segundo de Chomón, 1904), cuyo protagonista, del que desconocemos su nombre, nos pareció que era el mismo de Facial contorsions (así títulado por el British Film Institute que lo conserva), en la que demuestra en primer plano su capacidad transformadora gracias al maquillaje.

-El amigo del alma (Antonio García Escobar, 1905), en dos versiones rodadas para incluir dentro de la representación teatral de la obra del mismo título interpretada por Loreto Prado y Enrique Chicote, combinación de teatro y cine que era más habitual de lo que solemos imaginar.

-El ciego de la aldea (Ángel García Cardona, 1906), que fue acompañado de un extracto de El crimen de la huerta.

-Locura de amor (Ricardo de Baños, 1909).

-La Dolores (Fructuoso Gelabert, 1910).

-Don Juan Tenorio (Ricardo de Baños, 1910).

-Benitez quiere ser torero (Ángel García Cardona, 1910).

-Don Juan de Serrallonga (Ricardo de Baños y Alberto Marro, 1910).

Y para finalizar, un primitivo ejemplo de cine parlante, La del pañuelo rojo (Ignacio Coyne, 1907).

Estos escasos ejemplos impiden componer un verdadero panorama del cine español de la época, pero han sido suficientes para comprender un poco mejor como era ese cine, qué estrategias empleaba para intentar atraer a su público y, sobre todo, su precariedad industrial. En en futuro cercano está previsto continuar el maratón con una sesión que incluya los años 1911-1914, donde se podrá comprobar su progresión y seguro que nos guardará gratas sorpresas.

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