El cine español habló en inglés en el Festival de Sitges 2013
Entre el centenar y medio de películas que se han podido ver en la 46ª edición del Festival de Cine Fantástico de Sitges, algo nos ha quedado claro: nuestro idioma está siendo relegado por el cine español más volcado hacia el género. Si hace un par de semanas comentábamos el caso de la película inaugural, Grand Piano (Eugenio Mira, 2013), ahora repasamos las producciones españolas que han competido por los premios y se han caracterizado, casi sin excepción, por ambientarse en parajes anglosajones con el claro objetivo de competir en mejores condiciones en el mercado global.
Las tres producciones españolas incluidas en la Sección Oficial cumplen esta empobrecedora tendencia sin que sus argumentos justifiquen su necesidad. Perfectamente podían haber sido protagonizadas por personajes españoles en ambiente más propios de nuestra cultural, pero su asumida condición de productos comerciales globales les ha llevado a ser meros clones del cine norteamericano del género correspondiente. Podrán aportar dinero a las arcas del cine español, pero no deberían ser consideradas como un producto cultural español, si es que a alguien eso le importa todavía.
The Returned (Retornados) (Manuel Carballo, 2013), en coproducción con Canadá, se une a la moda del cine de zombis con un idea original de partida, lo que no es poco hoy en día. Después de haber sido contenida la epidemia, algunos afortunados que fueron infectados mantienen su condición de humanos gracias a un suero que deben inyectarse diariamente. Su condición de «retornados» produce rechazo en una parte de la sociedad, pero además todo se complica cuando se empieza a saber que las reservas de suero se pueden acabar. No estamos, por tanto, ante una película de acción, sino ante un drama personal en torno a un matrimonio (Kris Holden-Ried y Emily Hampshire) afectado por esa situación. Lamentablemente, la narración deriva hacia la intriga más convencional con unos giros de guión tan difícilmente asumibles que desbaratan su sorprendente desenlace.
También es víctima de unos trucos de guión sorprendentes pero mal medidos -en especial el que cierra la película e invalida toda la narración- la coproducción hispano-norteamericana Mindscape (Jorge Dorado, 2013). Su protagonista (Mark Strong) es un investigador de la mente, capaz de penetrar en los recuerdos de las personas para resolver casos criminales. Cuando se enfrenta al caso de una adolescente (Taissa Farmiga) que puede ser tanto una sociópata como una víctima de maltrato por parte de sus padrastro, su vida se complica hasta extremos insospechados. A pesar de su incoherente conclusión, el trabajo interpretativo y el buen pulso narrativo de su debutante director mantiene la propuesta en un correcto nivel para competir en el mercado internacional.
Al igual que en Mindscape, Jaume Collet-Serra también se encuentra detrás de la producción española Hooked Up (Pablo Larcuen, 2013), convirtiéndose así en un importante valedor de este cine español angloparlante del que hablamos. En este caso, la narración se preocupa de justificar el idioma, pues nos encontramos ante las peripecias de dos turistas norteamericanos en busca de chicas en Barcelona y que luego acaban atrapados en una tenebrosa casa. Pocas sorpresas nos depara esta barata producción de found footage grabada con tres móviles iPhone con cierta soltura pero escasa imaginación, con [Rec] (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007) como principal referente. Si el empleo del inglés parece demostrar cierta visión comercial, sus responsables no demostraron similar perspicacia cuando en la charla posterior a la proyección decidieron emplear en exclusiva el catalán, perdiendo de este modo la atención de cronistas como el que esto escribe.
La Sección Oficial Fantastic Especial, que quizá algún día averigüe en qué se diferencia de la otra, también ofreció dos producciones españolas en inglés. Por un lado, Enemy (Denis Villeneuve, 2013), en coproducción con Canadá, y Mariah Mundi & The Midas Box (Jonathan Newman, 2013), en coproducción con Reino Unido, en las que parece evidente -no pudimos verlas- que nada español hay en ellas.
Hubo que acudir a secciones paralelas para encontrar un cine español digno de tal nombre, aunque fuera con propuestas de muy difícil salida comercial por su radicalidad formal y/o su precariedad industrial. De entre todas ellas, cabe destacar Gente en sitios (Juan Cavestany, 2013), presentada en la Sección Noves Visions y única producción española -junto a Capa caída (Santiago Alvarado, 2013)- que pudo alzarse con un premio en el Festival, el Premio Especial del Jurado de esta sección. Compuesto de un gran número de sketchs, en los que participan gran parte del cine español en breves intervenciones, estamos ante una propuesta singular de muy bajo coste y un humor muy particular que, muy al contrario que las anteriores y lujosas propuestas anglófilas, muestra una evidente preocupación por el hombre actual de la calle. Un cine imprescindible que no necesita de la fría perfección técnica para hacernos sentir algo por dentro.