Crítica en 200 palabras (o casi): El hombre que trocó su mente
Lugar de proyección: mi hogar, dulce hogar.
Formato de proyección: DVD.
Valoración: ★★ (Podría volver a verla).
Ahí va la crítica:
El hombre que trocó su mente (The Man Who Changed His Mind) (Robert Stevenson, 1936): El director de Mary Poppins (1964) y de muchas otras producciones de imagen real para Walt Disney, tuvo una carrera previa menos recordada pero no carente de interés. Esta protagonizada por Boris Karloff sería una de sus obras más precarias, una película de terror de bajo presupuesto a mayor gloria del monstruoso intérprete de El doctor Frankenstein (James Whale, 1931). Argumentalmente responde al cliché del científico desquiciado y la peligrosidad de los experimentos que juegan con la esencia del ser humano. En este caso se trata de trasplantar la mente de un cerebro vivo a otro, dando así pie a malévolos y divertidos equívocos de personalidad. Entre medias tenemos a una heroína inusual, una joven científica que quiere ayudarle y luego se vuelve en su contra, y el pretendiente de esta, un guapo periodista con pocas luces. Todos estos elementos provocan un extraño contrapunto cómico frente a la terrorífica figura de Karloff, pero no sabemos hasta que punto esto es casual o provocado. Lo único cierto es que la narración fluye con vertiginoso dinamismo para ocultar sus inverosimilitudes narrativas y conducir al espectador ágilmente hacia una conclusión previsible pero satisfactoria. Sobre todo si a priori no se esperaba demasiado.
Criterio de valoración:
● (No debería haberla visto)
★ (Espero no volver a verla)
★★ (Podría volver a verla)
★★★ (Quizá la vuelva a ver)
★★★★ (Seguro que volveré a verla)
★★★★★ (La veré varias veces)