Cinema Nostrum

Blog de Rafael Nieto Jiménez, historiador del cine y empresario audiovisual

Lope de Vega en nuestro cine (4): El perro del hortelano (1996)

El_perro_del_hortelano

Ya está publicada en la sección Rinconete de la web del Instituto Cervantes mi cuarto artículo sobre las adaptaciones cinematográficas que el cine español ha realizado de Lope de Vega. Esta es, sin duda, la película más lograda, más fiel al texto original y de mayor éxito de público de todas ellas. 

Las adaptaciones de obras de teatro no suelen respetar la literalidad de sus diálogos porque el medio cinematográfico exige a los actores una forma de declamar muy diferente. Más aún cuando hablamos de teatro en verso, considerado de muy difícil comprensión para el espectador de cine. Así, en este recorrido por las versiones fílmicas de Lope de Vega hemos podido comprobar que los adaptadores de la época franquista solo conservaron el esqueleto narrativo y prescindieron casi totalmente de la belleza retórica de sus palabras. Sin embargo, en 1996, Pilar Miró abordó El perro del hortelano con la intención de conservar los versos originales y, por tanto, ser totalmente fiel a su autor. Lo que, sin duda, era un riesgo artístico y comercial muy considerable.

perro-hortelano

El guion mantuvo íntegros los versos de Lope —salvo algunos arcaísmos que podían confundir al espectador— en las escenas y fragmentos que se salvaron de los cortes realizados al texto. Es decir, no se respetó la totalidad de la obra porque se eliminaron pasajes secundarios y soliloquios que narrativamente podían resultar redundantes y, por consiguiente, ralentizar en exceso la acción. Esto benefició a su ritmo, pero la película no hubiera funcionado si los actores no hubieran conseguido combinar la artificiosidad del verso con la naturalidad interpretativa que se espera de ellos en el cine contemporáneo. Como Lope de Vega no hacía acotaciones escénicas, tuvieron gran libertad a la hora de materializar esos diálogos, cambiando el ritmo de la declamación a su gusto. La gestualidad y los juegos de miradas en primer plano o los movimientos por los amplios salones y jardines del palacio, imposibles de realizar en un escenario, fueron explotados al máximo para romper cualquier sensación de artificio. Incluso se introdujeron matices inexistentes en el texto, pero lógicos en su contexto, como los apasionados besos de Teodoro con Marcela, primero, y Diana, después, o incluso la sorprendente presencia de unas doncellas desnudas en casa del viejo Ludovico.

Sin duda contribuyó a su éxito —fue vista por un millón de espectadores— que la obra elegida fuera una de las comedias de Lope más accesibles para el lector, tanto por su lenguaje como por ser una historia sentimental muy atractiva. De nuevo nos encontramos ante un conflicto entre el amor y el honor, en este caso en torno a los deseos de Diana, la condesa de Belflor (Emma Suárez), por su secretario Teodoro (Carmelo Gómez). Deseos reprimidos debido a la diferencia de clase, pero avivados por los celos que siente cuando lo ve junto a Marcela (Ana Duato), una de sus doncellas. Si a un espectador de hoy en día el tema del honor le puede parecer incomprensible como obstáculo del amor, los deseos de Teodoro, una veces alentados y otras reprimidos por el aparente capricho de su señora —que no come ni deja comer, como el perro del hortelano—, no pueden dejar de divertirnos como en tantas otras comedias cinematográficas donde el personaje femenino trae de cabeza a su partenaire.

perro-hortelano2

Si la confusión de identidad era utilizada en La moza de cántaro como un obstáculo para la unión de los amantes debido a la aparente diferencia de clase entre ellos, aquí el equívoco —Teodoro se hace pasar por el hijo desaparecido del conde Ludovico (Rafael Alonso)— es tramado por un personaje secundario, Tristán (Fernando Conde), para provocar una falsa anagnórisis que eleve de estado social a Teodoro y, por tanto, facilite la unión final de los enamorados. Que Diana acepte el engaño no hace más que añadir picante a un personaje femenino que, además de no someterse a ninguna autoridad masculina, rompe el rígido código de honor de su clase para satisfacer sus deseos íntimos.

Lamentablemente, el merecido reconocimiento de la película —obtuvo varios Premios Goya, incluido el de mejor dirección— no provocó que los productores se lanzasen en busca de argumentos de nuestro teatro clásico. Como veremos en la siguiente entrega, pasarían diez años hasta que se volviera a intentar una respetuosa adaptación de los versos de Lope. Pero el resultado fue muy diferente.

Navegación en la entrada única

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: