Crítica en 200 palabras (o casi): Pequeñas mentiras para estar juntos (2019)
Lugar de proyección: mi hogar, dulce hogar.
Formato de proyección: DVD.
Valoración: ★★ (Podría volver a verla).
Ahí va la crítica:
Pequeñas mentiras para estar juntos (Nous finirons ensemble) (Guillaume Canet, 2019): Cinco millones de franceses fueron a ver Pequeñas mentiras sin importancia (2010), así que, pasados nueve años, los productores reunieron al mismo reparto para repetir la operación. La fórmula “reunión de amigos” siempre da juego para combinar la comedia con el drama, para salpimentar con risas y lloros las vidas de unos personajes que se supone deben interesarnos. Como aquí no sucede eso, asistimos a una sucesión de escenas que parecen creadas artificialmente para enseñarnos cómo se debe vivir la vida. El protagonista sobre el que gira todo –François Cluzet es un gran actor, pero aquí está tan pasadísimo como pesadísimo– se ha arruinado y no se atreve a confesar a sus amigos que debe vender el chalet donde han pasado tan buenos momentos. Es un personaje demasiado insoportable para que nos creamos que sus amigos quieran volver a pasar tiempo con él, pero aquí los tenemos de nuevo, durante más de dos horas, intentando divertirse, y divertirnos de paso. Es una película tan parecida a la anterior que se podrían confundir fácilmente, pues no pasa nada realmente interesante, pero tampoco nada es ofensivo, se puede soportar como una visita molesta que sabemos que pronto se irá.
Criterio de valoración:
● (No debería haberla visto)
★ (Espero no volver a verla)
★★ (Podría volver a verla)
★★★ (Quizá la vuelva a ver)
★★★★ (Seguro que volveré a verla)
★★★★★ (La veré varias veces)