Crítica en 200 palabras (o casi): Tiempo (2021)
Lugar de proyección: mi hogar, dulce hogar.
Formato de proyección: DVD.
Valoración: ★ (Espero no volver a verla).
Ahí va la crítica:
Tiempo (Old) (M. Night Shyamalan, 2021): Mal asunto es que un autor parezca obligado a ofrecer la misma fórmula una y otra vez. Desconocemos sus razones para actuar así, pero desde el comienzo de esta película sabemos que Shyamalan nos reserva una explicativa sorpresa final que, como casi siempre, defraudará las expectativas creadas. En este caso no tanto por su contenido como por su realización, tan manipuladora y morosa que acaba por desesperar al espectador que ya se sepa los trucos de feriante del realizador. Más grave es que, mientras llega ese momento, se nos plantee una premisa que ofrece buenas posibilidades psicológicas y emotivas –un grupo de turistas queda atrapado en una playa donde el tiempo corre velozmente–, y estas nunca se aprovechen bien debido a una malísima construcción de personajes. Apenas tienen personalidad, son poco más que clichés, y sus reacciones son demasiado precipitadas y clarividentes, como si el guionista estuviera con ellos dándoles las claves necesarias para continuar la historia. Visualmente, no vamos a descubrir que Shyamalan sabe crear atmósferas, pero aquí tampoco está muy acertado e incluso sus movimientos de cámara a veces parecen gratuitos. En definitiva, película olvidable y aburrida que no superará el paso del tiempo, precisamente.
Criterio de valoración:
● (No debería haberla visto)
★ (Espero no volver a verla)
★★ (Podría volver a verla)
★★★ (Quizá la vuelva a ver)
★★★★ (Seguro que volveré a verla)
★★★★★ (La veré varias veces)
Yo siento bastante aprecio por el conjunto de la obra de Shyamalan. A excepción de sus dos primeros largometrajes, he visto todo cuanto ha realizado para la gran pantalla (desconozco sus trabajos televisivos), y me parece que «Señales», «After Earth», «Múltiple» y, sobre todo, «El sexto sentido», «El protegido» y «La visita» son excelentes. Las demás películas suyas son un tanto irregulares y desiguales, si bien encierran el suficiente interés como para que valga tolerablemente la pena verlas… dejando aparte dos casos que no cumplen los requisitos mínimos exigibles a un cineasta de su categoría ni, si a eso vamos, de ninguna categoría.
Uno de esos casos es «Airbender, el último guerrero», que considero un desastre artístico sin paliativos. El otro es «Tiempo», que aun sin ser un filme tan demencialmente malo sí es notablemente indigesto.
A mí no me importa que un creador nos ofrezca la misma obra una y otra vez. De hecho creo que los grandes cineastas sólo han hecho esencialmente una o dos películas, ofrecidas a lo largo de su carrera bajo distintos ropajes y presentaciones, que a veces les salen mejor y a veces peor. Con tal que el resultado sea satisfactorio en cada ocasión, acepto de buena gana que jueguen al juego de las variaciones infinitesimales.
Por regla general me gusta el «cóctel» de Shyamalan, consistente en cultivar el género fantástico con una mezcla de adelantos y tradiciones, sin rehuir los aspectos más horrendos de la vida -aunque los envuelva en una curiosa poesía de lo siniestro- y sin escatimar esfuerzos por mantener un clima que sea narrativamente hipnótico y visualmente fascinante. No creo que sus sorpresas finales, que ya se han convertido en una especie de marca de la casa, defrauden casi siempre las expectativas creadas; muy al contrario, pienso que suelen situar a una nueva luz lo contemplado hasta entonces, obligándonos enriquecedoramente a replanteárnoslo todo, incluidas nuestras ideas del mundo y de lo humano.
Pero «Tiempo» es un verdadero tropiezo, por no decir un aparatoso batacazo. La premisa argumental es intrigante y sugestiva… y no está demasiado alejada, sorprendentemente, de la de ese telefilme tan famoso (en España) de Antonio Mercero titulado «La cabina». Aunque los personajes son estereotipos, sin duda alguna, esto tiene como sano y justificado propósito el satirizar los especímenes más frecuentemente ridículos y más ridículamente frecuentes de la sociedad norteamericana actual. Sin embargo, ay, todo ello se viene abajo como un endeble castillo de naipes, debido a la sobreabundancia de escenas grotescas, o grotescamente tratadas, y debido también al empleo de innumerables encuadres efectistas y movimientos de cámara «raros», aparte de que el relato avanza a trompicones por culpa de su ritmo mal medido. Lástima.
A pesar de los pesares aguardo con ilusión el inminente estreno en España del último proyecto de Shyamalan ya finalizado: «Llaman a la puerta». Crucemos los dedos.