Crítica en 200 palabras (o casi): Der Kilometerfresser (1925)
Lugar de proyección: mi hogar, dulce hogar.
Formato de proyección: DVD.
Valoración: ★★★ (Quizá la vuelva a ver).
Ahí va la crítica:
Der Kilometerfresser (Karl Imelsky, 1925): El “devorador de kilómetros” a que hace referencia el título no es más que un motociclista dispuesto a recorrer una porción de Europa en un tiempo récord, además de escalar una montaña y regresar a Viena remando. Aunque falta el primer rollo, dado por desaparecido, se entiende que es una apuesta deportiva con otros miembros de un club –algo así como sucedía en La vuelta al mundo en 80 días–, pero ésta en realidad no es una película de aventuras, sino un documental de viajes muy similar en su concepción a los que se pueden ver actualmente en televisión. Aquí la ausencia del sonido nos evita el parloteo de los viajeros televisivos y nos permite recrearnos en una sucesión de postales fijas realmente bellas, salpimentadas con un poco de costumbrismo local y algunos anecdóticos encuentros. Hay un pequeño hilo argumental –un periodista se encarga de controlar los progresos del viajero– que aparece y desaparece para dinamizar el reportaje, pero a un espectador de hoy que tenga curiosidad por el pasado le interesará más por sus pintorescas imágenes de la Europa sudoriental de los años veinte. Tiene incluso un “cómo se hizo” relativo al rodaje en las escenas de montaña.
Criterio de valoración:
● (No debería haberla visto)
★ (Espero no volver a verla)
★★ (Podría volver a verla)
★★★ (Quizá la vuelva a ver)
★★★★ (Seguro que volveré a verla)
★★★★★ (La veré varias veces)