Crítica en 200 palabras (o casi): El hijo de Frankenstein (1939)
Lugar de proyección: mi hogar, dulce hogar.
Formato de proyección: DVD.
Valoración: ★ (Espero no volver a verla).
Ahí va la crítica:
El hijo de Frankenstein (Son of Frankenstein) (Rowland V. Lee, 1939): Resulta que el monstruo de Frankenstein tampoco había muerto en el derrumbe del laboratorio de su creador acaecido al final de La novia de Frankenstein (James Whale, 1935). Henry Frankenstein, en cambio, sí murió años después sin que adivinemos más causa que la temprana desaparición de su alcoholizado intérprete, Colin Clive. Para sustituirlo y continuar la saga llega al pueblo su hijo, interpretado por el elegante, pero igualmente sobreactuado, Basil Rathbone, que no dudará en retomar el trabajo de su padre con la ayuda de Bela Lugosi, nada menos, en el papel de Ygor. Es claramente un producto comercial que solo pretende exprimir la fama de sus personajes prescindiendo de los inesperados matices emotivos que tenían las dos películas precedentes. Ahora solo tenemos un cascarón vacío compuesto de decorados imposibles –no sabemos si queriendo parodiar el expresionismo de antaño–, personajes que dan demasiadas explicaciones alargando el metraje más de los necesario –hasta se mencionan los rayos cósmicos–, y un monstruo que ha perdido todo su carisma a pesar de estar interpretado de nuevo por Boris Karloff, al que llegamos incluso a notar el desinterés por su personaje bajo su deficiente maquillaje y su ridículo vestuario.
Criterio de valoración: ★ (Espero no volver a verla) ★★ (Podría volver a verla) ★★★ (Quizá la vuelva a ver) ★★★★ (Seguro que volveré a verla) ★★★★★ (La veré varias veces).