Crítica en 200 palabras (o casi): Climax (2018)
Lugar de proyección: mi hogar, dulce hogar.
Formato de proyección: DVD.
Valoración: ★ (Espero no volver a verla).
Ahí va la crítica:
Climax (Gaspar Noé, 2018): Si hablábamos de los creadores de atmósferas turbias e hipnóticas a propósito de Lo que esconde Silver Lake, de David Robert Mitchell, aquí tenemos a otro procedente de Francia que no se queda a la zaga, ni mucho menos. De hecho, sería el campeón de la categoría desde su inolvidable Irreversible (2002), y parece que ha seguido por el mismo camino a juzgar por esta locura fílmica que nos ocupa. Desde el desorden de sus créditos –el rodillo aparece al comienzo, los nombres de los actores a mitad de película–, todo parece concebido para golpear al espectador sonora y visualmente: su repetitiva música electrónica, sus imposibles planos-secuencia –plagados de empalmes digitales demasiado evidentes–, sus provocadores pero vacíos diálogos. Un grupo de bailarines cuyo ensayo coreográfico es realmente sorprendente –lo único valioso de la película, en realidad–, comienzan a desfasar por efecto de una droga metida en la sangría. La fiesta deviene en pesadilla, pues los impulsos violentos y sexuales se desatan y el espectador, aturdido y sin entender nada, asiste a una ceremonia de la confusión que produce hartazgo porque carece de propósito narrativo alguno. ¿Qué pretendía su director? Sacudirnos, supongo. Lo consigue, pero no desearía repetir.
Criterio de valoración: ★ (Espero no volver a verla) ★★ (Podría volver a verla) ★★★ (Quizá la vuelva a ver) ★★★★ (Seguro que volveré a verla) ★★★★★ (La veré varias veces).
Mi buen Rafa, cuando afirmas que «Irreversible» es inolvidable, ¿tu intención es seria o irónica? Lo pregunto porque yo la considero una película, ética y estéticamente, repulsiva: una de las más odiosas bazofias que he tenido que sufrir en mi larga vida de espectador. Hace ya mucho tiempo que el creador de tal engendro dejó de ser humano (lo digo en su faceta de «artista»; no descarto por entero que en la vida real pueda ser una bellísima persona).
En tu respuesta se ve que también para ti es inolvidable aquella película. No es ironía, solo un hecho que es independiente del valor artístico que le podamos dar. Por eso es compatible admirar algunos logros cinematográficos de Climax y no querer volver a verla, porque las intenciones del directos no nos agradan, ciertamente.
Sí, «Irreversible» es tan difícil de olvidar como una visita al dentista para que nos hagan una endodoncia, y rivaliza por el título de Película Más Estúpida y Asqueante del Universo con «joyas» de la calaña de «Anticristo» de Lars von Trier y «Saló» de Pier Paolo Pasolini. No me agradan las intenciones de estos directores, ciertamente… y mucho menos sus resultados; y esto es una forma muy suave de expresarlo. En mi quizá mojigata opinión, hay que tener unos instintos psicopáticos muy desarrollados para disfrutar con semejantes artefactos -por llamarlos de alguna manera- y aun declararlos obras de arte. Y sin embargo existe un nutrido grupo de espectadores que se conducen así; ello da que pensar sobre el género humano.