Crítica en 200 palabras (o casi): Lord Jim (1965)
Lugar de proyección: mi hogar, dulce hogar.
Formato de proyección: DVD.
Valoración: ★★★ (Quizá la vuelva a ver).
Ahí va la crítica:
Lord Jim (Richard Brooks, 1965): Son innumerables los héroes cinematográficos que nos han hecho soñar con hazañas increíbles en parajes exóticos, pero pocas veces esas aventuras son poco más que un ameno entretenimiento donde perdonamos con frecuencia muchas inverosimilitudes. La magistral novela de Joseph Conrad también ofrece una buena ración de aventuras en el lejano oriente, narradas con amenidad a la vez que con gran detallismo psicológico, pero también asombra por su profundo análisis de la naturaleza del heroísmo. Lord Jim –aquí interpretado por un excesivamente maduro Peter O’Toole– es un joven oficial de la marina inglesa que es deshonrado por un acto de cobardía. Intentará desaparecer, ocultarse a la vista de los demás, hasta que un día se le ofrece una segunda oportunidad de demostrar su valentía. Esta adaptación conserva el dinamismo de las grandes películas de aventuras y también consigue, quizá con demasiados diálogos y algunos ortopédicos flashes mentales, que comprendamos a un personaje contradictorio en el que su innegable heroísmo también nace de su inmensa vanidad, es decir, tiene las debilidades propias de cualquier ser humano. Los personajes secundarios conservan todo el sabor de la novela, excepto la chica mestiza con la que entabla una relación amorosa que aquí queda muy desdibujada.
Criterio de valoración: ★ (Espero no volver a verla) ★★ (Podría volver a verla) ★★★ (Quizá la vuelva a ver) ★★★★ (Seguro que volveré a verla) ★★★★★ (La veré varias veces).
Buenos días a todos.
Creo que, de entre los miles de novelas que he leído en mi más de medio siglo de existencia, «Lord Jim» de Joseph Conrad es mi favorita absoluta junto con «Las alas de la paloma» de Henry James. Y lo afirmo después de haberla leído cuatro veces: dos en su versión original y otras dos en la maravillosa, insuperable y cervantesca traducción de don Ramón D. Perés, hoy tan denostada por muchos analfabetos funcionales.
Joseph Conrad no ha tenido demasiada suerte en el cine. Encuentro insoportablemente aburridas e irritantes la versiones que perpetraron Ridley Scott de «El duelo» («Los duelistas», 1977), Francis Ford Coppola de «El corazón de las tinieblas» («Apocalypse Now», 1979, en cualquiera de sus montajes y remontajes), y Patrice Chéreau de «El regreso» («Gabrielle», 2005). Un poco más lograda, aunque nada inspirada ni entusiasmante, es la que hizo Alfred Hitchcock de «El agente secreto» («Sabotaje», 1936).
Las únicas adaptaciones de Conrad que he visto y que me parecen realmente buenas, si bien no alcanzan en ningún momento la genialidad, son «El desterrado de las islas » (Carol Reed, 1951) y este «Lord Jim» de Richard Brooks. Curiosamente, una película que no está basada en Conrad pero que es muchísimo más conradiana que todas las que sí lo están, es la para mí sensacional «Rebelión a bordo» (Lewis Milestone, 1962). Lástima que John Huston, a quien imagino como el perfecto adaptador cinematográfico de Joseph Conrad, nunca en su vida se animara a ejercer como tal.
Suele gustarme el cine de Richard Brooks; no siempre, pero sí a menudo. A pesar de que carga con el lastre de un tono discursivo y didáctico con el que intenta adoctrinarnos en su por otra parte muy noble y válido ideario progresista, y de que tiene cierta propensión a adaptar grandes obras literarias a las que a veces no dota del suficiente dinamismo cinematográfico, hace gala de un grato clasicismo narrativo y visual y cuenta en su filmografía, si no con obras maestras, al menos sí con un puñado de estupendos filmes como por ejemplo «La gata sobre el tejado de zinc», «El fuego y la palabra», «Dulce pájaro de juventud», «Lord Jim», «Los profesionales», «A sangre fría» y «Muerde la bala».
Su «Lord Jim», desde luego, no está a la altura del original literario. Los más fanáticos de la fidelidad absoluta al texto deplorarán que la película tenga un elevadísimo número de modificaciones, alteraciones, supresiones y añadidos con respecto a la novela, aunque el argumento sea el mismo en líneas generales -cierto es que un tanto aguachirlado e infantilizado- y respete tolerablemente el espíritu ya que no la letra. Tales cambios pueden deberse a la necesidad de comprimir un libro de 500 páginas en dos horas y media de metraje, a la intención de ofrecer un espectáculo «apto para todos los públicos» para amortizar los tremebundos costes de una superproducción, a que su guionista-director se dejó seducir por las sugerencias de su particular musa creativa, o a otras causas variadas. ¿Quién sabe?
Pero dejemos aparte esas consideraciones. El filme «Lord Jim», en sí mismo considerado con independencia de sus fuentes, es una buena película, a mi entender: amena, intrigante, entrañable, conmovedora, visualmente espléndida y sin excesivas ni muy graves caídas de ritmo. Es un bonito ejemplo de cine de aventuras a la antigua usanza, el que no consistía sólo en puñetazos, tiros y explosiones y reflejaba una rica experiencia humana.
Por lo demás, Brooks se rodeó aquí de un magnífico grupo de colaboradores. Las prestaciones del fotógrafo Frederick A. Young, el músico Bronislau Kaper y el nutrido reparto son uniformemente espléndidas. Yo nunca he sido muy «fan» de Peter O’Toole, que para mí tiene la peligrosa costumbre de incurrir en amaneramientos, pomposidades y hieratismos, por muy buen partido que supiera sacarles David Lean. Pero confieso que su encarnación del atormentado Jim me parece irreprochable y se corresponde punto por punto a la imagen física que me hago del personaje cada vez que leo la novela.
Hago notar, en aras de la honradez crítica, que esta película sólo la he visto (dos veces) en su edición oficial en DVD, que tiene una calidad de imagen y sonido bastante buena… para tratarse de un DVD. Habida cuenta de que Richard Brooks la rodó originariamente en Súper Panavisión 70 mm, creo humildemente que ni tú, Rafa, ni yo tampoco, deberíamos hablar de ella con demasiada contundencia hasta haberla visto en una pantalla gigantesca y en su paso de proyector original. ¿Nos leerá alguien de la directiva del cine Phenomena de Barcelona y, si lo hace, tomará nota?
Pues sí, ojalá la veamos algún día en su formato original, pero creo que pocas esperanzas podemos tener.