Crítica en 200 palabras (o casi): La carreta fantasma (1921)
Lugar de proyección: mi hogar, dulce hogar.
Formato de proyección: DVD.
Valoración: ★★ (Podría volver a verla).
Ahí va la crítica:
La carreta fantasma (Körkarlen) (Victor Sjöström, 1921): La muerte tiene como servidor a la última persona que muere en Nochevieja antes de las campanadas. Así, cada año una nueva persona se encargar de dirigir la carreta fantasma que porta las almas de los difuntos al otro mundo. Con semejante premisa parecería que nos enfrentamos a una película de terror, pero no, ojalá hubiera sido así. En realidad estamos ante un cuento de Navidad con una carga de moralina insoportable, pues los problemas con la bebida de su protagonista –interpretado magníficamente por el propio Sjöström– es la excusa argumental para endosarnos una explícita propaganda de la labor del Ejército de Salvación. Como en tantos melodramas de la época, el personaje vicioso, alcohólico y maltratador, acabará por redimirse gracias a la bondad de una de las hermanas de la organización, una santa capaz de sacrificar su amor –incomprensible, por otro lado– por el desdichado. Lo que la convierte en una película especial para su época es la atmósfera fantástica que se desprende de la relación espiritual que se establece entre almas y seres vivos. Pero a nuestros modernos ojos ni eso, ni su conseguido realismo, ni su eficaz y complejo montaje temporal, remedian del todo su pesado lastre argumental.
Criterio de valoración: ★ (Espero no volver a verla) ★★ (Podría volver a verla) ★★★ (Quizá la vuelva a ver) ★★★★ (Seguro que volveré a verla) ★★★★★ (La veré varias veces).