Crítica en 200 palabras (o casi): El sol del membrillo (1992)
Lugar de proyección: mi hogar, dulce hogar.
Formato de proyección: DVD.
Valoración: ★★ (Podría volver a verla).
Ahí va la crítica:
El sol del membrillo (Víctor Erice, 1992): El último largometraje de Erice estrenado en salas comerciales es un documental que, como en sus películas de ficción, son fundamentales las elipsis temporales y los cambios de la luz. Alternando el soporte cinematográfico y el videográfico –suponemos que por exclusivas razones de producción–, asistimos a un lento y complicado proceso para plasmar pictóricamente los bellos efectos de la luz sobre unos membrillos. El pintor, Antonio López, se ve desbordado por el clima cambiante y el inevitable trascurrir de los días, pero también por su particular método científico para pintar: una posición fijada con clavos, unos hilos para trazar el encuadre y unas marcas en los propios membrillos, que no consienten en mantenerse quietos. En cierto modo, usa los mismos instrumentos que los albañiles que están reformando su taller. Es incierto que consiga su propósito, pero el proceso en sí ya le merece la pena; no tanto al espectador impaciente. A veces acompañado de algún amigo, o de la radio que trae noticias del mundo que poco importan, pinta delante de una cámara inmóvil que se acerca con delicadeza a su objeto de estudio y, a la vez, consigue retratar aquello que a la pintura se le resiste.
Criterio de valoración: ★ (Espero no volver a verla) ★★ (Podría volver a verla) ★★★ (Quizá la vuelva a ver) ★★★★ (Seguro que volveré a verla) ★★★★★ (La veré varias veces).