Cinema Nostrum

Blog de Rafael Nieto Jiménez, historiador del cine y empresario audiovisual

Ha nacido un nuevo Festival de Cine Fantástico: Nocturna

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Hace veinte años, el 30 de abril de 1993, se clausuraba la 14ª edición del Imagfic, Festival Internacional de Cine de Madrid. Era un certamen dedicado al cine fantástico -aunque tenían cabida otros géneros- que parecía consolidado en el panorama cultural madrileño, pero el escaso apoyo institucional y la deficiente gestión económica acabó con él ese año. Desde esta semana, sin embargo, Madrid cuenta con un nuevo festival -sin ayudas públicas, con financiación exclusivamente privada- que se considera heredero de aquel Imagfic tan mitificado por los nostálgicos, y al que deseamos un largo y próspero futuro, a ser posible con mejores películas que las presentadas en esta primera edición.

Soy consciente de que un festival que nace tiene grandes dificultades para convencer a las distribuidoras de que cedan sus mejores y más esperados títulos, y que en este sentido Nocturna no puede competir con un Festival de Sitges que es el escaparate prioritario de cualquier producto del género, ni siquiera celebrándolo cuatro meses antes para intentar pescar películas antes que aquel.

Si a esto añadimos que la escasa imaginación de los creadores de todo el mundo es presa de unas constantes temáticas e iconográficas muy marcadas en este género, mis esperanzas de encontrar alguna película inolvidable eran más bien escasas. La Sección Oficial ha confirmado mis presentimientos, pero no ha impedido que el espíritu lúdico con el que hay que acudir a estas citas me haya procurado algunos instantes de inconfesable placer, prolongado en secciones paralelas de mayor interés.

Entre las diez películas a concurso, sólo una, la norteamericana Jug Face (Chad Crawford Kinkle, 2013), ofreció instantes de gran cine. Una joven, interpretada por la expresiva y premiada Lauren Ashley Carter, se revela a su destino dentro de una comunidad regida por una entidad maléfica que exige sacrificios humanos para mantener su protección. Un reparto muy convincente, en el que destacan Sean Bridges y una irreconocible Sean Young, permite a su director desarrollar una historia fatalista y violenta en la que apenas hay sitio para el amor con una elegancia que no desentona con su malsana ambientación rural.

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Jug Face también logró el premio al mejor guión, pero la ganadora del Festival fue sin duda la sueca Wither (Sonny Laguna y Tommy Wiklund, 2012), galardonada como mejor película y mejor director por un jurado formado por Ángel Sala, Nachó Cerdá y Antonio Reis. Ambos premios resultan excesivos para los méritos de una película muy bien realizada pero de escasa originalidad. La ausencia de otros títulos dignos de competir con ella sin duda la han beneficiado, pues no deja de ser otra película más sobre un grupo de jóvenes que se ven atrapados en una casa solitaria. En este caso, una criatura que vive bajo tierra en el sótano inicia la infección que convierte en zombis a los sufridos excursionistas. Su abundancia de sangre y mutilaciones satisfizo sin más a los más proclives a la charcutería.

Del resto de la competición sólo merece rescatarse la alemana Du hast es versprochen (Forgotten) (Alex Schmidt, 2012), que sólo obtuvo el premio de mejor fotografía a pesar de tratarse de la puesta en escena más efectiva de la competición, capaz de sacar el máximo provecho de un enrevesado guión que, después de jugar con el espectador con habilidad, se demora en exceso en su conclusión. La relación entre dos amigas de infancia que se reencuentran y vuelven a la isla donde jugaban de niñas deriva poco a poco en una intriga donde la memoria de los personajes y sus identidades ofrecen sorpresas bien dosificadas.

Las siete restantes películas de la competición apenas merecen comentario. La representación española, Insensibles (Juan Carlos Medina), vista ya en el Festival de Sitges pasado, reincide en la Guerra Civil como embrión de las más horrendas criaturas, en este caso un niño insensible al dolor que deviene en torturador. Lejos de la fascinación que transmite esa época en el cine de Guillermo del Toro, esta produce sonrojo.

Tampoco faltó la ración de cine asiático, pero la insufrible comicidad de la china Million Dollar Crocodile (Li Sheng Lin, 2012) no hizo más que impacientar a la audiencia y hacernos desear que el susodicho cocodrilo gigante fuera atrapado cuanto antes.

Tampoco fue fácil de digerir Gallowwalkers (Andrew Goth, 2012), el western con no-muertos que un hierático Wesley Snipes rodó antes de entrar en prisión. Aunque la premisa es interesante por la fusión de géneros que plantea, me temo que esta película pudo ser una circunstancia agravante de su condena.

Por seguir con los no-muertos, Zima mertvetsov. Meteletsa (Winter of the Dead) (Nikolai Pigarev) pasa por ser la primera película rusa de zombis, pero ni si quiera en su país ha logrado estrenarse. Escasa de medios y de imaginación, sólo entendemos la inclusión de este título por la cuota zombi que todo festival ha de pagar.

La italiana Tulpa (Federico Zampaglione, 2012) tuvo el mérito, dentro de un festival tan sexualmente inhibido como en general es el fantástico de hoy en día, de ofrecer morbosos desnudos de su actriz principal, Claudia Gerini. Es un perfecto remedo del giallo de los años 70, y por tanto sólo puede contentar a los fans de sus características e interminables sequenza lungas, entre los que yo no me cuento.

Y para acabar, Home Sweet Home (John K.D. Graham, 2013) y Under the Bed (Steven C. Miller, 2012) sirven para certificar la excesiva representación que ha tenido el cine norteamericano, pues apenas serían dignas de figurar en los estantes de un videoclub, si es que todavía existe alguno.

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Afortunadamente, no todo acaba en la Sección Oficial. A juzgar por las dos películas de la Sección Dark Visions que los apretados horarios me han permitido ver, ambas norteamericanas, aquí se encontraban títulos que al menos ofrecían visos de innovación.

La ganadora de este apartado, Resolution (Justin Benson y Aaron Moorhead, 2012), ofrece una singular reflexión metalingüística sobre el cine, donde los personajes, un drogadicto y el amigo que intenta rehabilitarlo, toman conciencia de estar siendo manipulados por un poder desconocido con el objeto de llegar a un final de la historia muy adecuado.

La otra, Toad Road (Jason Banker, 2012), se desliza entre el documental y la ficción, ofreciéndonos el descenso voluntario de una niña pija a los infiernos de la droga de la mano de un yonqui amigo suyo. Aburre, pero al final estremece saber que su actriz, Sara Anne Jones, murió poco después de rodar la película con 24 años de edad, supuestamente debido a una sobredosis.

Cuando en un festival de este género se echa a faltar el buen cine, secciones como Madness pueden aliviar al cinéfilo desencantado que sepa apartar a un lado sus exigencias y dejarse seducir por la catarsis humorística que suponer presenciar la violencia más extrema acompañado de cientos de incondicionales de estas exquisitices.

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La ganadora en este categoría fue la canadiense A Little Bit Zombie (Casey Walker, 2012), comedia no muy lograda donde los excursionistas de turno han de ayudar a vencer los instintos zombis de su protagonista, un humano infectado por un mosquito que, a diferencia de los zombis comunes, lucha por vencer sus terribles ganas de comer cerebros humanos.

Más conseguido es el humor de la holandesa Zombibi (Kill Zombie!) (Martijn Smits y Erwin van den Eshof, 2012), centrada en una típica invasión de zombis. Su eficacia reside en una galería de personajes desenfrenados interpretados con mucha gracia y en un guión ingenioso que incluso sacar a relucir la tensiones étnicas de las sociedad holandesa.

Sin zombis, pero con aswangs, una especie de ágiles licántropos, la filipina Tiktik: The Aswang Chronicles (Erik Matti, 2012), destaca también por su buen humor entre mutilación y mutilación, pero sobre todo por un diseño artístico íntegramente realizado en decorados que le da un aspecto irreal muy especial.

Todo lo contrario que la vulgar Stitches (Conor McMahon, 2012), película irlandesa abucheada por parte del público de Sitges -aunque allí ganó el Premio del Jurado Joven- debido a que ofrecía una sucesión de absurdos malabarismos mortales en manos de un payaso sin el menor gramo de carisma.

Para acabar con la Sección Madness, de la que sólo me faltó por conocer Detention of the Dead (Alex Craig Mann), otra comedia más de zombis, vimos One Way Trip 3D (Markus Welter, 2011), una coproducción entre Austria y Suiza que se tomó un poco más en serio las cosas, pero sólo un poco. Nuevamente un grupo de jóvenes excursionistas buscan refugio en una casa deshabitada después de haber ingerido setas alucinógenas. El último y discutible giro de guión, que me abstendré de revelar, no arruina una truculenta función que mantuvo el interés del espectador gracias un ritmo mejor medido de lo habitual en este género.

Ya fuera de toda competición, en la Sección Panorama pudimos ver Kuroyuri danchi (The Complex) (Hideo Nakata, 2013), la última película del director de Ringu (The Ring) (1998), que no logra estremecer como aquella pero conserva un pulso narrativo que te sumerge poco a poco en un inquietante universo de tormentosas relaciones entre vivos y muertos.

La norteamericana Dark Skies (Scott Stewart, 2013) también se ve con atención aunque no guarde ninguna sorpresa más allá de convertir una casa encantada en un caso de abducción extraterrestre.

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Y en una sesión que se convirtió en una fiesta a pesar de unas tres dimensiones muy deficientes, Texas Chainsaw 3D (John Luessenhop, 2013) sirvió para retomar la historia en el punto exacto donde acababa la película original de Tobe Hooper y ofrecer una relato alternativo donde el entorno hostil donde ha crecido Leatherface sirve para dar una nueva dimensión a su personaje.

Nocturna también acogió el estreno de tres películas españolas, siempre tan necesitadas de escaparates donde iniciar sus difíciles carreras comerciales. Omnívoros (Óscar Rojo, 2013), la única que pude ver, no tiene ninguna posibilidad debido a un guión sin sentido, unos actores protagonistas sin carisma y una realización tan plana que no puede remover a nadie con su supuesto atrevimiento argumental: las reuniones clandestinas de gente acomodada para practicar el canibalismo más exquisito.

Tampoco podían faltar los homenajes a personalidades consideradas Maestros del Fantástico, aunque sólo sean conocidos por los más fieles al género. Así, en la inauguración del festival se contó con la presencia de Samuel Hadida, productor de la rentable saga Resident Evil, de cuya carrera merecen destacarse, en mi opinión, Amor a quemarropa (Tony Scott, 1993), Spider (David Cronenberg, 2002) y El aura (Fabián Bielinsky, 2005).

Desde una posición industrial más marginal que Hadida, centrada sobre todo en la televisión, el guionista y director Mick Garris es conocido por su participación en renombradas series del género como Cuentos asombrosos (1986), Apocalipsis (1994), El resplandor (1997), Al otro lado (2000) y Masters of Horrors (2005), la última de ellas presente en Nocturna con la proyección de dos de sus episodios.

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Tampoco creo que Joe Dante sea un nombre conocido por el gran público, pero algunas de sus películas sin duda lo son y mucho. Piraña (1978), Aullidos (1981), Exploradores (1985), El chip prodigioso (1987), y sobre todo Gremlins (1984), justifican de sobra su galardón. Dentro de una sesión Phenomena se rescató esta última en una copia perfecta en 35mm. Aunque no pude compartir el entusiasmo del amplio público presente en la sala, que rió con ganas durante la película y el coloquio posterior con el director, hay que reconocer que es una película que conserva su simpatía a pesar de una enorme violencia que mi memoria no recordaba.

Para acabar hay que mencionar que la película inaugural fue Silent Hill: Revelation 3D (Michael J. Bassett, 2012), producida por el homenajeado Samuel Hadida, y que la clausura acogió el estreno mundial de The Conjuring (James Wan, 2013), lo que sin duda es un éxito para un festival que acaba de nacer. La condiciones impuestas por la distribuidora Warner, sin embargo, nos impiden hablar de la segunda hasta el 15 de julio, según el contrato de confidencialidad que tuvo que firmar la prensa. De la primera más vale no hacerlo, porque con el primer Silent Hill (Christophe Gans, 2006) tuvimos más que suficiente.

En Madrid estamos muy acostumbrados a ver nacer y morir festivales en su primera edición, por lo que sólo me queda desear que los números de Nocturna cuadren y sea posible reencontrarnos el año que viene con el cine fantástico más reciente. En general las películas no han justificado el excesivo entusiasmo del público, pero siempre preferiré asistir a una mala película de terror que a una mala comedia o un mal drama porque normalmente se puede encontrar un lado divertido a tanto despropósito.

PALMARÉS:

Mejor Película: Wither.

Mejor Director: Sonny Laguna y Tommy Wiklund, por Wither.

Mejor Interpretación: Lauren Ashley Carter, por Jug Face.

Mejor Guión: Chad Crawford Kinkle, por Jug Face.

Mejor Fotografía: Wedigo von Schultzendorff, por Forgotten.

Mejor Banda Sonora: Johan Söderqvist, por Insensibles.

Mejores Efectos Especiales: Wither.

Premio del Público: I am a Ghost.

Mejor Película Dark Visions: Resolution.

Mejor Película Madness: A Little Bit Zombie.

Mejor Cortometraje Internacional: ex aequo L’Heritage y Dood van een Schaduw (Death of a Shadow).

Mejor Cortometraje Nacional: Human Core.

Premio del Público Mejor Cortometraje: Mr. Bear.

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