Crítica en 200 palabras (o casi): París, siempre París (1951)
Lugar de proyección: mi hogar, dulce hogar.
Formato de proyección: DVD.
Valoración: ★★★ (Quizá la vuelva a ver).
Ahí va la crítica:
París, siempre París (Parigi è sempre Parigi) (Luciano Emmer, 1951): Un grupo de turistas italianos llega a París para asistir a un partido de su selección, pero también esperan encontrar otras diversiones antes de regresar al día siguiente. De hecho, las mujeres que acompañan a los aficionados no tienen ningún interés en el fútbol, mientras que ellos esperan tener alguna aventura en la mitificada noche parisina. Como sucedería en Una muchacha en el escaparate (1961), Emmer supo retratar los modestos sueños de conquista del italiano medio, acomplejado ante la modernidad parisina y los “monumentos” que encuentra a su paso. Pero no es una película amarga como aquella, sino bastante amable, donde la alegría no se empaña ni siquiera cuando el único que ha ligado de verdad se separa de su amor en la última escena. El ritmo de esta comedia es tan frenético como el que les impone los guías a sus turistas, dando tiempo a presenciar gran parte de los encantos de la ciudad tanto de día como de noche, incluida una actuación de Yves Montand. Debido a su carácter coral, los personajes apenas tienen desarrollo, pero no hace falta. En este ejemplo de tierno costumbrismo bastan unos pocos trazos para que comprendamos perfectamente los anhelos de estas criaturas.
Criterio de valoración:
● (No debería haberla visto)
★ (Espero no volver a verla)
★★ (Podría volver a verla)
★★★ (Quizá la vuelva a ver)
★★★★ (Seguro que volveré a verla)
★★★★★ (La veré varias veces)