Crítica en 200 palabras (o casi): El molino negro (1974)
Lugar de proyección: mi hogar, dulce hogar.
Formato de proyección: DVD.
Valoración: ★★ (Podría volver a verla).
Ahí va la crítica:
El molino negro (The Black Windmill) (Don Siegel, 1974): A veces la primera secuencia de una película determina definitivamente nuestra apreciación. En esta asistimos a un secuestro de dos niños narrativamente absurdo, pues los misteriosos disimulos de los secuestradores –incluso se disfrazan de militares– son incongruentes con la evidente indefensión de sus víctimas y, además, sus acciones violentas están muy pobremente filmadas. Sin embargo, aunque esa torpeza narrativa sea una constante en una trama cogida con hilos y que desemboca en una final sin pies ni cabeza, la película se sobrepone en parte a ese lastre gracias a los carismas de Michael Caine y Donald Pleasence. El primero encarna a un espía del MI6 de estar por casa, en el sentido de que tiene una ex mujer y un hijo, vive en un apartamentucho en un semisótano y su aspecto, gafas incluidas, no es demasiado atrayente. La intención de ir a contracorriente de la saga James Bond –incluso hay un chiste referido a Sean Connery– es evidente, incluso su maletín-explosivo no le sirve de nada cuando tiene la oportunidad de usarlo. Pero lo más interesante es su caracterización como soldado entrenado para ocultar sus sentimientos y su complicidad con su ex, la única de la que puede fiarse.
Criterio de valoración:
● (No debería haberla visto)
★ (Espero no volver a verla)
★★ (Podría volver a verla)
★★★ (Quizá la vuelva a ver)
★★★★ (Seguro que volveré a verla)
★★★★★ (La veré varias veces)
Hacía ya meses que no se publicaba aquí una reseña de una película que yo hubiera visto y que por lo tanto pudiera comentar. No sé si los lectores habituales y esporádicos de este blog habrán deplorado o agradecido esta larga ausencia mía.
De todas maneras, no tengo gran cosa que aportar en esta ocasión. Básicamente concuerdo con las apreciaciones que hace el gran Rafa sobre «El molino negro». Conozco aproximadamente un tercio de la filmografía de Don Siegel, y éste casi siempre me ha parecido lo que podría llamarse un gran director menor. Las suyas son obras simpáticas y curiosas, de objetivos muy modestos pero plenamente alcanzados: obras, en fin, poco memorables pero poco abominables. Habitualmente se mueve dentro del género del cine de acción (películas policiacas, bélicas y del Oeste), narrando con un tono seco y cortante unas historias muy sencillas con personajes muy unidimensionales. Rueda con solvencia, funcionalidad, eficacia y concisión, y siempre se las arregla para ofrecer dos o tres espléndidas secuencias culminantes… pero mientras se llega a ellas hay que atravesar bastantes tramos lánguidos de excesivo estancamiento, donde los personajes hablan demasiado sin decir nada especialmente divertido o profundo.
Las únicas excepciones que hasta ahora le he notado a esta dorada medianía de su acostumbrado nivel de calidad son, por abajo, las pésimas «Estrella de fuego» y «Un extraño en el camino», y, por arriba, las estupendas «Dos mulas y una mujer» y «La gran estafa». Creo que sus demás creaciones son «ni fu ni fa», inclusive las sobrevaloradas «La invasión de los ladrones de cuerpos», «Código del hampa», «El seductor», «Harry el sucio» y «Fuga de Alcatraz».
De la trama de «El molino negro» no recuerdo apenas nada, salvo que era una historia de espionaje llena de esos tópicos antitópicos que abundaban en centenares de películas de los años 70 con más o menos ínfulas de «desmitificadoras». Me hizo pasar una hora y tres cuartos moderadamente entretenidos, sin ofender mucho la cuota que yo pueda poseer de inteligencia y de buen gusto visual, y sanseacabó.
Ah, y me despido por hoy con un pequeño aparte acerca de Michael Caine. Pocas veces ha habido un actor tan verdaderamente bueno que haya participado en tan pocas películas verdaderamente buenas. Menos mal que en su currículum figuran «La huella» (la versión de Mankiewicz, por supuesto) y «El hombre que pudo reinar», y gracias a ello lo absolvemos de todos sus nefandos pecados artísticos.
Cierto es que son pocos los títulos memorables de Michael Caine teniendo una carrera bastante prolífica. Yo metería también «Hannah y sus hermanas», «Dulce libertad» y «¡Qué ruina de función!». Todavía hay muchas películas suyas que no he visto, así que no descarto que haya alguna joya desconocida para mí.
No he visto ninguna de las películas que nombras; tal vez pruebe algún día con la de Peter Bogdanovich, si bien no tengo ninguna prisa. Para mí son buenas «La noche deseada» de Otto Preminger y «Lío en Río» de Stanley Donen, aunque no estén entre lo más granado de estos dos maravillosos directores, así como «Quills» de Philip Kaufman e «Interstellar» de Christopher Nolan. De buena gana les daría una oportunidad a «Comando en el mar de China» de Robert Aldrich y a «Vestida para matar» de Brian de Palma, pero esperándome cualquier cosa en cuestión de calidad, dado lo muy irregulares que son sus respectivos autores.
«La huella» y «El hombre que pudo reinar» son las únicas que cabe calificar verazmente de obras maestras.
El conjunto de las filmografías de John Wayne, Cary Grant y Robert Mitchum, sin ir más lejos, es infinitamente superior; no sé si ello se debe a pura chiripa o a que estos sublimes intérpretes tenían mucho mejor olfato seleccionando -cuando estuvieron en condiciones de seleccionar- proyectos y directores. Eso no obsta para que los tres cuenten asimismo con una nutrida porción de olvidables bodrios en sus carreras.
Sí, no mencioné «Interstellar» porque su participación es muy breve, pero esa sería otra de sus grandes películas.