Crítica en 200 palabras (o casi): De barro y oro (1966)
Lugar de proyección: mi hogar, dulce hogar.
Formato de proyección: DVD (origen VHS).
Valoración: ★★★★ (Seguro que volveré a verla).
Ahí va la crítica:
De barro y oro (Joaquín Bollo Muro, 1966): “Ser torero es lo más importante que se puede ser en este país”, dice muy sinceramente un aficionado a los toros sin saber que su sentencia tiene un significado demoledor. En ese país, la España de los años sesenta, el joven que protagoniza esta película llega a Madrid huyendo de la miseria para triunfar en los ruedos. No conoce a nadie, así que se agarra al primero que le echa una mano, un cantaor alcoholizado que sobrevive amenizando con su arte las fiestas de turistas extranjeros y españoles adinerados. Asombra que todo un Juanito Valderrama se atreviera a interpretar un personaje tan perdedor, tan humillado por todos, incapaz de sacar partido de sus evidentes dotes artísticas. Pero es que no estamos ante una película taurina más, sino ante una muy especial. Partiendo de una premisa habitual en el género, se las apaña para elaborar un retrato inmisericorde de la España más insolidaria y fatua. Y al mismo tiempo desarrolla una emocionante historia de amistad entre el joven torero y el viejo cantaor, una amistad muy amarga debido a que tampoco esta relación se librará de la mezquindad y corrupción con que el dinero todo lo impregna.
Criterio de valoración: ★ (Espero no volver a verla) ★★ (Podría volver a verla) ★★★ (Quizá la vuelva a ver) ★★★★ (Seguro que volveré a verla) ★★★★★ (La veré varias veces).