Cinema Nostrum

Blog de Rafael Nieto Jiménez, historiador del cine y empresario audiovisual

Crítica en 200 palabras (o casi): Interstellar (2014)

Lugar de proyección: mi hogar, dulce hogar.

Formato de proyección: Blu-ray.

Valoración: ★★★★★ (La veré varias veces).

Ahí va la crítica:

Interstellar (Christopher Nolan, 2014): Cuando se estrenó hace más de seis años no la consideré digna de medirse con 2001, una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968), pero vista hoy de nuevo ya no puedo ser tan tajante. Sigue siendo cierto, pues es obvio, que la película de Nolan es más discursiva, menos sutil, que la de Kubrick, pero en realidad ese no es un defecto tan importante. Sus breves alegatos ecológicos contra el consumismo o sus teorías científicas sobre el amor no desentonan con el honesto tono sentimental de la película. En realidad, podemos verla como un reverso más cálido, más humano –incluso los robots son más amigables– que la fría indagación filosófica de la película de Kubrick, pues, al fin y al cabo, ambas hablan del futuro de la humanidad a través del espacio. Simplemente estamos ante una diferencia de caracteres a la hora de afrontar el asunto, siendo esta, eso sí, más accesible para todos los públicos por narrar un tierno drama humano, el de los astronautas que dejan a sus familias en la Tierra para intentar salvar a la humanidad. Como está servido con una impecable puesta en escena y una magistral e hipnótica banda sonora, nada puedo objetar. (Ver aquí crítica previa del 18 de noviembre de 2014).

Criterio de valoración: ★ (Espero no volver a verla) ★★ (Podría volver a verla) ★★★ (Quizá la vuelva a ver) ★★★★ (Seguro que volveré a verla) ★★★★★ (La veré varias veces).

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3 pensamientos en “Crítica en 200 palabras (o casi): Interstellar (2014)

  1. Fernando en dijo:

    Oh, bueno, Rafa, creo que ésta es de las pocas veces que vamos a estar más o menos de acuerdo, aun cuando yo no llegaría al extremo de conceder la «maximísima» (¿o IMAXimísima?) puntuación disponible a «Interstellar». Yo lo dejaría en un más que meritorio 7,5 / 10.

    No es que yo sea un acérrimo admirador de Christopher Nolan, quien es para mí otro de esos típicos casos de director sobrevalorado, especialmente entre la cinefilia más acrítica y acéfala y menos familiarizada con los mayores logros del gran cine clásico. En el país de los ciegos el tuerto es el rey, como casi siempre.

    Aun así he visto todas sus películas, con dos salvedades no buscadas adrede: su primer filme, «Following» (porque nunca se estrenó en las salas españolas), y su último filme, «Tenet» (porque la puñetera pandemia me inspiraba demasiado respeto como para meterme en un cine).

    Sus dos estrenos iniciales en España me complacieron. «Memento» e «Insomnio» eran películas sorprendentes, inquietantes, bien planteadas y desarrolladas: bastante sugestivas y prometedoras de cosas mejores, aunque esto no quiere decir que hubiese llegado el Mesías.

    Su filmografía posterior me parece atractiva pero insatisfactoria: son obras donde se alternan, con la regularidad de un péndulo, unos ingeniosos alardes de virtuosismo con unos plúmbeos alardes de pedantería. Y su afición a fragmentar el tiempo y el espacio hasta lo infinito y más allá, para volver a recomponerlo todo en los minutos finales, empieza a resultar muy cansina a estas alturas, y se parece más a los volatines y piruetas de un acróbata narcisista -a un «más difícil todavía» de carácter circense- que a un genuino impulso de creación artística.

    Pero hago dos excepciones a la sumaria estimación anterior: una para bien y otra para mal. La excepción mala es «Batman Begins», que juzgo más bien lastimosa y sin apenas rasgos redentores. La excepción buena, por supuesto, es «Interstellar», a la que poco le falta para ser verdaderamente magnífica. En los días de su lanzamiento inicial, curiosamente, ésta última fue recibida en su país de Origen (juego de palabras deliberado) de manera tibia cuando no abiertamente hostil y ridiculizante, obteniendo numerosas recensiones desfavorables y muy pobres ingresos en proporción a su coste; por fortuna cosechó un éxito de público y crítica rotundamente mayor en el resto del mundo. Es una ya vieja historia: hay muchas películas espléndidas que sólo los norteamericanos son capaces de hacer y sólo los europeos -y otros- son capaces de apreciar.

    La verdad es que en «Interstellar» la parafernalia habitual de Nolan funciona prácticamente a la perfección, sin apenas ripios ni notas falsas. Aquí se concentra casi todo lo bueno de su cine y se excluye casi todo lo malo. Constituye un espectáculo audiovisual apabullante en el mejor sentido de este término, la imaginación es desbordante y el ritmo es trepidante; se las arregla para plantear fascinantes dilemas morales de difícil solución, y nos conmueve con una emotividad de buena ley heredada de los más inolvidables melodramas del pasado.

    Así, pues, seguiremos acudiendo puntualmente a los estrenos de Nolan mientras el cuerpo aguante, aunque sólo sea por aquello de que el viajero por el desierto -o sea, el pobre espectador de la cinematografía contemporánea- debe transigir, a veces, en beber agua encharcada para no morirse de sed. Y a fin de cuentas, qué diablos, el tipo, aun incurriendo ocasionalmente en bobadas estéticas posmodernas, suele saber encuadrar, mover la cámara y montar, siempre rueda en Panavisión, es un adepto de las tramas fantasiosas y exorbitantes, se atreve a correr riesgos artísticos y financieros rozando el desmadre y el desastre, y desde hace bastante tiempo halla un hueco en todos sus repartos para introducir a Michael Caine. En definitiva, se merece que le demos una oportunidad y un voto de confianza, al menos por ahora.

    • Sí, estamos bastante de acuerdo en este caso. A propósito de los riesgos financieros, aprovecho para comentar un hecho curioso (espero que verídico, nunca se sabe) que se cuenta en los espléndidos extras del Blu-ray. El campo de maiz fue plantado para la película en una zona de Canadá donde nunca se había hecho por estar demasiado al norte. El paisaje le gustaba a Nolan, pero faltaba el maiz y la casa. La casa se construyó completamente y comenzaron a rodar en ella mientras el maiz crecía hasta la altura deseada. Un verdadero riesgo que salió bien y encima luego pudieron vender la cosecha y recuperar el dinero.

      • Fernando en dijo:

        Hay unos que nacen con interstrella y otros que nacen insterstrellados.

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